Por Connie Juárez/ Revista Pioneros
Hoy, aproximadamente a las 16 horas, tuve que entrar al Chedraui de la Multiplaza de Villas del Mar, era el súper que estaba a mi paso ya que tenía que checar artículos de papelería para mis hijos.
Me sorprendí al ingresar, pues no había ni letreros, ni protocolos, ni gel en las entradas, tampoco medición de temperatura, las puertas abiertas de par en par, el acceso era libre y apenas marcadas con letreros de ENTRADA y SALIDA.
Realmente dudé al entrar, estaba apunto de darme la vuelta, era domingo y quincena, ya lo demás se lo imaginarán, pero realmente pensé que no tardaría, que solo tomaría lo que necesitaba y me iría lo más rápido que pudiera.
Sorpresa, sorpresa, miré algunas personas con el cubrebocas debajo de la nariz, otros sin ellos, la distancia era menos de medio metro, entre unos y otros, los carritos de las tiendas se usaban sin estar desinfectados. Miré entre los pasillos de toda la tienda, y créame estaba molesta de ver a tantas personas como si el COVID no existiera.
Tomé mi artículo y mi dirigí a la caja rápida, según yo para evitar aglomeraciones, y me encontré con una fila de 30 personas y una distancia, entre unas y otras, de menos 30 centímetros. Para mi mala suerte, la señora detrás de mí, sentía que me respiraba en el oído, la miraba a modo de intimidarla para que se alejara, pero no causó efecto, se acercaba más por qué yo guardaba mi distancia de metro y medio, quizá ella tenía prisa.
La cosa no terminó ahí, cuando pagué mi articulo, me dirigí a Servicio al Cliente y solicité hablar con el jefe de área en turno (número 11, así les dicen), ya que el gerente descansó. Sentía que era mi deber externarle mi experiencia, mencionada arriba, y de la mejor manera hacer CONSCIENCIA a no bajar la guardia, pues la responsabilidad es de todos.
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