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Foto del escritorFrancisco Verdayes Ortiz

La Era de Hielo en Quintana Roo

* Cuando el nivel del mar estaba 75 metros abajo del actual

* El hallazgo de los precerámicos coloca a Tulum en la mirada de la ciencia

Hace 12 mil años, en lo que hoy es Quintana Roo, el nivel del mar se encontraba 75 metros abajo del actual. Dos mil años más tarde ya estaba a 30, y cuatro mil después alcanzó la fisonomía que conocemos, lo que significa que cuando llegaron los mayas pudieron tomar el agua como actualmente hacemos, a través de los cenotes que son la parte colapsada de cuevas que por miles de años estuvieron secas.

Las exploraciones de buceo en los cenotes del área de Tulum, han permitido durante los últimos 30 años el hallazgo de esqueletos humanos de más de 10 mil años de antigüedad. Los paleoantropólogos los llaman precerámicos pues estos primeros quintanarroenses no conocían la técnica de la cerámica, ni la escritura, ni la agricultura. Eran nómadas, cazadores y recolectores.

Pese a la distancia del tiempo, la gente que habitó en Tulum era físicamente como nosotros, lucía igual que nosotros, pues eran Homo sapiens sapiens a quienes les tocó vivir la última de las siete etapas en las que se dividió la Era de Hielo.

La zona de Tulum está convertida en un yacimiento fósil de importancia mundial pues ahí se han encontrado a las personas más antiguas del continente americano. En esa época los humanos utilizaban las cuevas para depositar a sus muertos, mientras que los animales las requerían como refugios, aunque todos estaban obligados a entrar porque ahí estaba el agua dulce.

“Son las cuevas inundadas más extensas del mundo porque su desarrollo es horizontal –dice Jerónimo Avilés Olguín Segovia, director del Instituto de la Prehistoria de América–. Hoy hablamos de cientos de kilómetros, pero en algunos años más hablaremos de miles. Son laberínticas y de formas complejas, por eso se necesita llevar una línea guía (línea de vida) para no perderse. La profundidad promedio es de 15 metros, pero hay de 100 a 150. Las hay grandes, anchas y altas, pero también muy reducidas”.

El espeleobuceo comenzó en el área hace 30 años tanto por nacionales como por extranjeros, y gracias a ello se ha logrado el rescate de los humanos precerámicos que a pesar de vivir en la misma zona, sus historias fueron muy diferentes:

LA MUJER DE NAHARÓN. También conocida como Eva, con una edad de 13 mil 700 años que la hacen ser una de las más antiguas de América. Al morir tenía aproximadamente 25 años, medía 1.40 metros y pesaba 53 kilogramos. Fue encontrada a 23 metros de profundidad, a una distancia de 367 metros de la entrada del cenote Naharón.

LA SEÑORA DE LAS PALMAS. Tiene una antigüedad estimada en 12 mil años antes del presente. Al morir tenía unos 45 años. Estatura 1.52 metros. Peso 58 kilos. Fue localizada a 24 metros de profundidad, a una distancia de 174 metros de la entrada del cenote. Todo indica que se trató de un rito funerario, pues la conservación de la –casi– totalidad de sus huesos nos habla de que existió un envoltorio.

“Debió ser alguien muy importante –comenta Jerónimo Avilés– porque su gente se tomó el tiempo, el riesgo y el esfuerzo para irla a depositar a más de 100 metros de distancia en la oscuridad total”.

Curiosamente hoy –incluso después de muerta–, sigue siendo la principal pues se trata del esqueleto más completo, se le hizo una aproximación facial en los talleres Daynes, de Francia, y su historia y su rostro ya aparecen en los libros de texto del tercer año de primaria.

EL ABUELO DE MUKNAL. Fue encontrado a 33 metros de profundidad, a 210 metros de distancia, en un depósito secundario, esto significa que se esqueletizó en otro lado y luego sus restos fueron llevados ahí. Al morir tenía entre 45 y 55 años y su antigüedad se estima en 9 mil años.

La peculiaridad que tiene es que estaba muy cerca de la Señora de las Palmas, en una cámara más profunda y más estrecha. El rostro de El Abuelo estaba roto, aunque por fortuna todos los fragmentos cayeron al interior de la bóveda craneana, y en el laboratorio se logró hacer la reconstrucción, lo que permitirá conocer su aproximación facial.

EL HOMBRE DEL TEMPLO. Tenía entre 25 y 30 años. Se encontró a 186 metros de distancia y a 10 metros de profundidad. Al parecer su muerte se debió a un accidente. Se encontró todo el cráneo y los dientes, y aunque la mandíbula estaba desecha, hubo suficiente evidencia para asignarle temporalidad. Se desconoce su antigüedad.

CHANHOL 1. Fue encontrado a 8 metros de profundidad, a 530 metros de distancia del cenote. Fue un hombre joven con una antigüedad de 11 mil 144 años. En un principio se pensó en un homicidio pues tenía una estalactita encima, luego se supo que le cayó cuando ya estaba hecho esqueleto.

CHANHOL 2. Se encontró a una profundidad de 8 metros, a mil 200 metros de distancia. Su antigüedad se estima entre 11 mil 800 a 12 mil años. El esqueleto se encontró articulado y con estalagmitas encima. Iba a ser el tercer rostro de la Era de Hielo, pero fue robado en mayo de 2012, y aunque en principio se dijo que era mujer, los estudios revelaron que se trataba de un hombre joven.

EL HOMBRE DEL PIT. Fue localizado en el cenote Pat Jacinto a 30 metros de profundidad. Fue un hombre de 30 años de edad, con una antigüedad de 13 mil 346 años. Desafortunadamente su cráneo carecía de la parte frontal, solo se encontró la calota, y eso impedirá que se conozca su rostro.

NAIA. El último esqueleto humano descubierto en el área correspondió a una jovencita de 15 años de edad, de la que ya se tiene la aproximación facial. Su antigüedad es de 12 mil 900 años. Se le encontró en un sitio conocido como el Hoyo Negro. Su deceso fue producto de una caída. Fue encontrada con la cadera rota a 40 metros de profundidad, pero no fue la única víctima, 11 especies de animales le acompañan pues corrieron la misma suerte.

Todos los esqueletos antes mencionados, salvo el de Naia, se encuentran en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Gracias a las aproximaciones faciales de Naia y la Señora de las Palmas hoy se sabe que el grupo de Tulum no necesariamente tuvo que haber entrado por el estrecho de Bering como lo marca la historia tradicional, pues los rostros son más parecidos a la gente del sudeste asiático, lo que habla de que durante el congelamiento existieron varias rutas.


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