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Foto del escritorFrancisco Verdayes Ortiz

Gilberto López Muñoz, una vida entre huracanes

Actualizado: 3 sept 2020

  • El chetumaleño narra su historia entre el paso de cuatro ciclones.

Don Gilberto se siente afortunado de ser chetumaleño, de haber pasado cuatro huracanes (Janet, Carmen, Gilberto y Dean), de estar casado con Lilian Carrillo Osorio y tener una hermosa hija, Lilian María, que es igual a él; luchadora incansable. Foto archivo familia López Carrillo

Por Luz Martínez

Directora Editorial

lucymar01@hotmail.com

Chetumal, Q. Roo., 18 de mayo de 2017. "En aquel tiempo no había radiodifusoras en Chetumal, sólo la radio de Belice que estaba dando las alertas, pero nosotros no teníamos radio; éramos de una condición económica muy limitada. Una avioneta anunció que se avecinaba un ciclón muy fuerte. Eso para nosotros, los chamacos, pasó desapercibido porque no nos angustiamos y ante esa alerta nos reunimos o aglomeramos en un cuarto que mi papá construyó, más o menos de tres metros por tres metros, hecho de madera muy fuerte; todos entramos en ese cuartito".

Lo anterior es el relato de Gilberto López sobre el paso del huracán Janet sobre esta ciudad, ocurrido el 27 de septiembre de 1955.

Leonel Gilberto López Muñoz es hijo de Sabas López Rosado y Ofelia Muñoz Aguilar (ambos ya fallecidos). Su padre era originario de Espita, Yucatán, y su madre de San Pedro, Honduras Británicas (hoy Belice). Procrearon nueve hijos: Gloricela, Seferina, Nurmi Atenia, Erreiner (+), Daldier Augusto, Leonel Gilberto, Dulce María de Fátima, Fernando Ferneli, Narcidalia Nayanet y Carlos Didier López Muñoz.

Nació el 10 de febrero de 1948, a las 14:10 horas. Un martes de Carnaval, por lo cual su madre no pudo ir a las fiestas ese día. "Vivíamos en la parte del centro, la calle posterior al cementerio municipal. Exactamente en la lomita. Media manzana era de mi abuela. Era una especie de rancho, teníamos animales y la parte del fondo del terreno colindaba con el de otra tía. Somos una familia numerosa".

Estudió la primaria en la escuela Belisario Domínguez, y a la edad de siete años -recuerda- que llegó a Chetumal el huracán Janet. En ese entonces era un niño y no veía la gravedad: "El agua llegaba casi a la base de la casa -prosigue su relato-. Después del ciclón salimos a la calle y nos fuimos a la parte baja, pero el agua empezaba allá, se veía toda la bahía.

"Ahí estuvimos 15 personas, las primas y la tía de al lado. Arriba y abajo de la cama nos acomodamos. Una prima que estaba bebé tragó del agua que había entrado y al parecer estaba contaminada con el petróleo de las lámparas. Todo supone que eso le afectó porque es sordomuda. Nos decían por nuestros padres que no saliéramos, pero a esa edad no era fijado. El evento fuerte ocurrió durante la noche".

"Muy temprano, en la madrugada, amainó. Los vientos perdieron intensidad, nos fuimos al techo, y vimos la bahía. Puse la mirada hacia el poniente y vi la desembocadura del Río Hondo, hasta donde alcanzó mi vista vi el río como un camino porque no había árboles. Nos dijeron que no saliéramos y al final nos dieron oportunidad de ir y vimos en el agua flotando muebles, animales, víveres, personas..."

"Cerca de la casa había una señora que era partera o comadrona, doña Tom, Tomasa, ella había fallecido por ese evento. En lo que hoy es la alameda del Palacio Municipal ahí estaba la cárcel, tenía unos muros muy altos de cinco metros. Cuando jugaban fútbol o béisbol los internos salía la pelota y nosotros se las regresábamos o nos poníamos a jugar con la pelota después".

"Al día siguiente fuimos a la cárcel, había personas que pasaron la noche ahí para refugiarse del huracán, así que tomamos el albergue también. Como éramos niños no lo vimos grave. Lo que se fue dando después como las penurias, la escasez de víveres, de todo. Trajo mucha consecuencia, mucha destrucción. Alcancé a ver la fosa común que está en el cementerio donde depositaron cuerpos sobre cuerpos. Ahí los sepultaron porque no sabían quiénes eran. Había mucha gente, aquí las casas eran de madera. Nada más en el centro había de mampostería para la gente bien”.

Doña Ofelia Muñoz Aguilar y Don Sabas López Rosad. Ella de San Pedro, Honduras Británicas (hoy Belice) y él de Espita, Yucatán. Foto archivo familia López Carrillo

LOS PRIMEROS TRABAJOS

Don Gilberto cursó la secundaria en la escuela Adolfo López Mateos, posteriormente tomó el curso de contador privado en la Escuela Bancaria Comercial. Su primera ocupación fue en el Bancomer que estaba sobre la Avenida Héroes con la Avenida Carmen Ochoa de Merino.

"Esto gracias a mi cuñado, ya fallecido, que trabajaba en el banco y él era quien operaba los cheques cuando se iban a cobrar. Me dijo que había una vacante como conserje. Él me presentó y ese mismo día empecé a trabajar. A la semana de estar realizando esa labor, el gerente me dijo que dejara de hacer eso, que me fuera a aprender a otro departamento. Así llegué al área de cartera para hacer letras de cambio".

"Me dije esto es algo bonito, me gusta. Había mucha actividad porque era la época muy fuerte de la importación. Quintana Roo era Territorio Federal; era muy próspero y había mucho dinero. Fui aprendiendo área por área gracias a la enseñanza de otras personas que confiaron en mí. El Servicio Militar Nacional lo hice ahí cuando me daban chance de ir y regresar".

"Estuve 10 años hasta que llegó un gerente de Tabasco con el que había fricciones ya que él trajo a su gente. En el área de crédito había que recabar balances de los negocios, entonces visitaba a los empresarios que se les iba a renovar la línea de crédito y al mismo tiempo les recolectaba su dinero. En aquel entonces uno iba a buscar el depósito para facilitarle las cosas al cliente, no había ningún problema”.

Para Don Gilberto López las cosas se fueron complicando: el nuevo gerente quería posicionar a los trabajadores en sus respectivos lugares. Él había alcanzado el puesto de subgerente de Relaciones. Al ser nativo conocía a la gran mayoría de los empresarios y eso le facilitaba su trabajo. Con los cambios, su lugar ya había sido destinado para alguien más.

"Empezó a presionarme, aquí viene una parte desagradable: el gerente le dio al subgerente una tarjeta de ahorro de la federación de cooperativas que era donde se recolectaba el chicle. Los chicleros eran la parte fuerte del campo. Él le dijo a la señora que le diera su tarjeta para cancelar su cuenta con Banamex y abrir una con Bancomer, él se lo dio al subgerente y el subgerente al Departamento de Ahorros, el Departamento de Ahorros se lo entregó al conserje que era quien intercambiaba los cheques con los otros bancos".

"Se llamaba a todo esto canje de cheques. A mí nunca me enteraron de la acción. Tres días después me preguntaron ¿qué pasó con la cancelación de la cuenta? No sabía de qué me hablaban. Llaman al conserje y él dijo que había puesto el importe del retiro de la cuenta en el cajón de mi escritorio".

"Fuimos a ver y efectivamente ahí estaba el dinero, pero no lo sabía. Como ya habían pasado tres días de esto el gerente se enojó pero ya directamente conmigo. Él me citó y me dijo que no podía confiar en mí. ¿Cómo iba a estar en el área de relaciones? Le respondí que eso no era imputable a mí. El caso es que ejerció presión a todos los ejecutivos y mis compañeros en vez de apoyarme estuvieron de acuerdo con él. Al sentirme presionado porque estuvieran dudando de mi honorabilidad renuncié”.

Don Gilberto López Muñoz en el Banrural donde estuvo 14 años. Los bancos agrícola, agropecuario y el Ejidal se fusionaban y nació el Banrural. Foto archivo familia López Carrillo

DE LA CORONA A LA JUNTA DE CAMINOS

Una oportunidad nace para Gilberto y gracias al señor Vidal Villanueva, quien lo busca para ser el gerente de Ventas de la Cervecería Corona. Ahí trabajó por tres meses pues no fue de su agrado. Hacer promociones para diferentes lugares y el alcohol no iba con él. Renunció y por un tiempo estuvo desempleado, hasta que un amigo lo invitó a formar parte de la Junta Local de Caminos, es decir para el gobierno federal ya que Quintana Roo aun no era Estado.

"Llegó la vacante, era de pagador. Había un titular de la Pagaduría pero era un señor ya jubilado de edad avanzada. Tomé el puesto y cada quincena recorría todo el territorio. Tres días me tomaba llevar los sobres con los sueldos a las personas".

"En aquel tiempo estaba en apoyo al campesino un programa llamado 'Caminos de mano de obra’, los hombres de campo, cuando había sequía, no tenían nada qué hacer. El gobierno los empleaba para hacer caminos, ellos sacaban piedras y hacían la guarnición u orilla, la rellenaban a mano, tenían que ir avanzando. Entraba a pagar a esas zonas incomunicadas. Las zonas más delicadas eran José María Morelos, Dziuché, Sacalaca, Sabán y de ahí hasta Rojo Gómez (Punta Piedra) íbamos en un camión el chofer y yo. En esos años no pasaba nada de robos y delincuencia, aquí vivía la gente nativa".

"Me tocó ser supervisor de algunos trabajos que realizaba la Junta; en los avances, las carreteras, los acotamientos, las cunetas. En el momento del recorrido tenía que ir diciendo qué avances había de los trabajos de albañilería y de limpieza. El auditor de la Junta local tenía un cargo en el gobierno de David Gustavo Gutiérrez Ruíz, eran personas de la ciudad de Villahermosa, Tabasco. Por eso fue que vino el gerente de Bancomer porque eran paisanos... muy similar a lo actual, pero eso no es relevante (risas)".

Personal del banco BanRural. Foto archivo familia López Carrillo.

EL HURACÁN CARMEN

"Así estuve desempeñándome. En septiembre de 1974, cuando nos golpea el huracán Carmen, la casa de mis papás se les fue el techo, mis compañeros nos auxiliaron, nos llevaron unas láminas. Ya estaba casado. Hasta hoy están puestas las láminas en esa casa. Eran buenas, podías caminar sobre ellas".

"Mi jefe, el auditor que tenía otro cargo en el gobierno, me apreciaba mucho y me presentó al gerente de Banco Agrícola, Don Aníbal Garrido Ávila, había Banco Agrícola, Banco Agropecuario y el Banco Ejidal. Me dijo que si quería trabajar para ellos, conteste que sí, siempre me ha acompañado el afecto de las personas".

"Presenté mi renuncia a la Junta Local y en ese entonces el director Fernando Escamilla Bass al saberlo me dio la sorpresa con un cheque para aperturar una cuenta a la dependencia que dejaba ¡Como apoyo a tu ingreso al banco! Eso era bueno porque me genera ingresos".

LA LLEGADA A CANCÚN

"Estaba en el área de Contabilidad, cada mes llevaba el balance de Chetumal a la ciudad de Villahermosa, Tabasco que era donde estaba la oficina central. Así estuve viajando. En uno de esos viajes me enteré que en el área del público, no del campo, que se llamaba Captación de Recursos, en Atención a los Clientes, una persona de apellido Rodríguez, paisano chetumaleño, me llamó y me preguntó ¿Estás bien? ¡Claro, feliz, tengo trabajo! le respondí. Me propuso ser el contador general para la sucursal que iban a abrir en Cancún".

"Era 1974, vivía en la casa de mi mamá y sentía que ya tenía que luchar por lo mío. En Cancún ya estaba el gran desarrollo del proyecto Cancún; en la zona hotelera había bullicio, era un gran trabajo".

"Entrando a Cancún, sobre la Avenida Tulum, donde está el súper Chedraui ahí había una bodega que se llamaba la Bodega del Teniente, vendían importaciones y demás. Enfrente había una casa común de un señor llamado Adolfo Luke de la ciudad de Mérida. Él le dio en renta una casa al banco para sus oficinas, en ese lugar había dos recámaras, estábamos alrededor de 20 personas. Cada quien dormía en hamaca. El gerente dormía en su oficina y el resto en el otro cuarto, compartíamos un baño".

"Eso no me afectaba, al fin y al cabo estaba joven. El caso es que mi suegra, interesada en mí, me pregunta ¿En dónde vives? Mi suegra vivía en Chetumal, tenía la posada Margot, al contar la situación me dijo en su lenguaje ¡sufres porque quieres!, ¡Espérame el sábado! El sábado escuché que alguien tocaba el claxón, pita y pita, veo que llega una camper... era mi suegra. Me llevaba... (lágrimas), disculpa pero me emocioné… Me llevó un espacio donde pudiera vivir, estaba equipado con dos camas, me quería mucho. Ella se regresó sola. Estaba equipado para una persona, tenía comedor, cama. Mi esposa me dice ¡No puedes seguir solo!"

"Ella empieza a hacer gestiones para venir a Cancún, trabajaba en la Secretaría de Salud. Me vi en la necesidad de adquirir una casa para apartarla, eran cinco mil pesos pero no tenía ese dinero. Pedí un préstamo del banco".

"Para llegar a la casa caminábamos de la Avenida Tulum a la Uxmal donde el hotel Plaza Caribe y de ahí cinco esquinas, en la calle Roble era pura brecha y monte. Así era todo. Nos dieron la casa en la Supermanzana 23 a dos cuadras del mercado. Mi esposa ya le habían autorizado su cambio y viene con mi mamá a conocer su casa. No había puertas, ni ventanas, el baño no estaba terminado".

"Le faltaban muchas cosas por hacer o terminar, pero para mí ya era nuestro. A lado había una familia de México que se convirtieron en mis compadres: Raymundo Nava y Alejandra Licona. Así iniciamos muchos pero no había peligro".

"El banco compró un edificio detrás del banco Banamex, Bancomer y Banamex ya estaban ahí, estuve 14 años. Para ese entonces el Banco Agrícola, Banco Agropecuario y el Banco Ejidal se fusionaron y nació el Banrural, por parte de la institución tenían una especie de liquidaciones, el que quisiera, acepté".

CONVERSIÓN AL BUDISMO

"Por un amigo nos convertimos en budistas, Budismo de Nichiren. Éramos católicos pero esta filosofía de vida nos transformó. Así que después de quedarme sin trabajo y con pocos ingresos pasamos el huracán Gilberto de 1988. Iba caminando cabizbajo pensando en que ya no tenía dinero, unos meses terribles pero había sido mi decisión. En el budismo de Nichiren nos enseñan a invocar para transformar nuestro karma, hacer causa y efecto".

"Con esa determinación que tenía un buen día en el trayecto de la entrada de Cancún hacía mi casa me topo con el ex-gerente de Bancomer, aquel que me dijo que ya no fuera el conserje, me saludó y con gran gusto me pregunta ¿Oye qué haces? Estoy en una empresa de madera como agente de ventas, respondí".

"Muy mal, me dijo, cuando bien puedes ser subgerente del banco Banpaís, ¡Oh, qué bueno fuera! le respondí, ¡Pues te lo estoy ofreciendo! Fui al banco que está sobre la Avenida Tulum, me explica qué es lo que se requiere. Aquí está el puesto de subgerente y este es tu escritorio. Me considero una persona disciplinada y sin titubeos, me presentó con el personal y demás".

Para Don Gilberto esa era una nueva etapa y su responsabilidad consistía en apoyar al gerente, cubrirle espaldas, hacer que Banpaís creciera. El tiempo que le habían dado para dar resultados era de seis meses, el exgerente de Bancomer le había pronosticado que iba a tener éxito. Seis meses después regresó, pero ahora con el director general Don Miguel González Trujeque (+), quien al ver los crecimientos y aperturas de cuenta le agradó, recordando que él había comenzado desde abajo y la química que había tenido con él por ver su empeño y resultado fue inmediato.

"Liquidaron al gerente pero nunca tuve conocimiento, no sabía que eso pasaría. Mis resultados fueron por empeño. Para mí la Causa y Efecto actúan por tus palabras, acción, emociones, deseos, mis oraciones al hacer Daimoku (también llamado Nam Myhojo Renge Kyo es la invocación que constituye la base de la práctica de todas las formas de Budismo Nichiren, y representa La Ley última o verdad del Universo) fue siempre trabajar en equipo para dar los mejores resultados".

"Ahí estuve un buen tiempo con magníficos clientes, en aquel tiempo se podía hacer la relación con ellos, tomar el café, algo que ya se perdió, ahora vas y hablas con una computadora. Mi figura dentro de la institución para los directores era buena".

"Los buenos resultados del crecimiento hacen que haya una nueva sucursal en la López Portillo. En la reunión mensual del centro bancario, donde se reúnen todos los gerentes de la sucursales, para conocer las situaciones de los bancos. Fue mi labor magnifica que nombran vicepresidente del centro bancario".

DE NUEVO A CHETUMAL

"Empecé a viajar a los diferentes eventos representando al banco, los frutos de todo fue gracias a mi dedicación al trabajo. Posteriormente quieren hacer crecer el banco y le sugerí abrir una sucursal en la capital. Me autorizan abrirla, se adecuó el local en la Avenida Héroes. Vine a hacerme cargo como gerente de la sucursal y dejé Cancún".

"Fue un shock, una realidad muy diferente, aun sabiendo que la capital no se compara con un emporio como Cancún. Era mi tierra y un reto. Lamentablemente la realidad fue muy dura. Se quería comprar cartera de los clientes con otros bancos. Si le debes a un banco, el banco te da un crédito para finiquitarlo y te quedas con el que te da el préstamo, pero eso nunca me pareció porque soy de aquí y sabía cómo son las personas".

"Eso no podía funcionar, se fue limitando el crédito, empezó la presión del por qué no había crecimiento y mi argumento siempre fue que todo se iba a volver cartera vencida porque las personas le deben a todos los bancos, no van a pagar lo que nos deben, vamos a quedar con pérdidas. Eso ya no fue del agrado. Me enteré que había fallecido el director y nombraron a un nuevo director, un joven con muchos títulos, pero sin una sola experiencia. Me presionó y le dije que viniera a conocer el banco y de esa manera podría tener criterio y una visión".

"Pues vino y comprobó que no había para donde crecer, la presión aumentó. Ya no pude seguir, me sentía incómodo. Estábamos ya en 1994 y llegó la devaluación. Nadie tenía dinero. Fue el cambio de los ceros y llegó mi retiro en 1996, fue mi decisión".

"Ya fuera del banco, me contactaron y me pidieron representar al centro bancario en Chetumal, y acepto. En una casa que se adquirió para ese fin colocamos las oficinas y ahí se hacían las reuniones con los gerentes. Se concentraban la información de la captación de dinero, crédito y demás para hacer un concentrado y mandarlo al Banco de México. Es lo que hacen los bancos cada mes".

"Los gerentes de los bancos me dicen que porque no los apoyaba como investigador. Tenía que tener información de los clientes, los nuevos créditos y demás. Era mi pequeña empresa. Ahí investigaba cómo pagaban los clientes. Los demás bancos se enteran de lo que hacía y me llamaron para investigar a los clientes que tenían sus garantías en Quintana Roo. Los bancos necesitaban los registros de Catastro, Registro Público de la Propiedad para confirmar la información. Las garantías son los bienes inmuebles gravados dados. Mi trabajo requería que viajara fuera de la ciudad y eso a mi familia ya no le agrado".

"Al mismo tiempo me ofrecieron regresar a trabajar como gerente al Banco del Atlántico que a los meses se convertiría en Bital, hoy HSBC. Me ilusioné y lo consulté con la mesa redonda (la familia) y su decisión por unanimidad fue que no. Así que decliné la invitación. Dejé de laborar para las grandes empresas y puse como prioridad a mi esposa e hija".

Hoy Don Leonel Gilberto López Muñoz, es un hombre que no se cansa de trabajar, pero de trabajar en su casa. Se convierte en albañil haciendo reparaciones o nuevas instalaciones, como carpintero creando puertas, clósets, como electricista cambiando focos.

Se considera un hombre transformado por el budismo el cual práctica día y noche. Se siente afortunado de ser chetumaleño, de haber pasado cuatro huracanes (el Janet, el Carmen, el Gilberto y el Dean), de haberse casado con su esposa Lilian Carrillo Osorio y de tener una hermosa hija Lilian María que es igual a él, luchadora incansable.


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