Por la mañana llegó a Chetumal a buscar escrituras que habían sido inscritas en el Registro Público de la Propiedad; documentos que correspondían a los terrenos sobre los que habría de realizarse Cancún.
Cuarenta y cinco años han pasado desde aquel avionazo en el que perdieron la vida 18 pasajeros y cinco miembros de la tripulación del vuelo Chetumal-Mérida, de la empresa Servicios Aéreos Especiales. El calendario señalaba jueves 6 de enero de 1972, y la tragedia estaba a punto de ocurrir cerca de Bacalar, a unos 40 kilómetros de Chetumal.
Entre los fallecidos se encontraba el asesor jurídico del Banco de México, Carlos Nader Márquez, abogado de 46 años de edad quien por la mañana de ese día llegó a Chetumal a buscar varias escrituras que habían sido inscritas en el Registro Público de la Propiedad; documentos que correspondían a los terrenos –ya comprados y ya pagados por el Banco de México– sobre los que habría de realizarse el proyecto turístico más importante de Latinoamérica: Cancún.
HORAS ANTES
Carlos Nader se hallaba en Mérida, Yucatán, pero fue comisionado por los altos mandos para viajar a Chetumal. Hoy sabemos que comió con el gobernador de Quintana Roo, licenciado David Gustavo Gutiérrez Ruiz, luego abordó el avión para retornar a Mérida en la misma aeronave que lo había llevado por la mañana a la capital quintanarroense.
El aparato era un bimotor Hawker Siddeley 784 de fabricación inglesa, matrícula XA-SEV que llevaba 23 vidas humanas, 23 historias. Todo indica que a la mitad del ascenso se registró una falla en el motor izquierdo, que ya había dado problemas en el trayecto México-Mérida y la caída fue inevitable.
Por el número de decesos se trata –hasta la fecha– de la mayor tragedia aérea registrada en la aviación civil de Quintana Roo, y muy probablemente de la península yucateca.
UNA MANO, UN ANILLO DE BODAS
No fue sino hasta por la mañana del día siguiente (viernes 7 de enero de 1972) cuando las autoridades del Banco de México que llegaron a Chetumal a las seis de la mañana, entre ellas Wenceslao Salas (gerente del desarrollo Cancún), Antonio Enríquez Savignac (director de Infratur, hoy Fonatur), Sigfrido Paz Paredes (asesor en materia de aeropuertos), y Rubén Zaldívar (investigador económico), lograron llegar hasta el lugar del accidente.
El avión estaba destrozado y los elementos del Ejército Mexicano fueron colocando en sacos las partes de los cuerpos de lo que se creía eran las personas.
Fue una cosa horrible –recordaba Rubén Zaldívar– los restos fueron llevados al Hospital Morelos para hacer el reconocimiento. Entre ellos se encontró una mano con un anillo que resultó ser de Carlos Nader. Era el anillo de bodas que posteriormente se le entregó a su esposa (Enriqueta González Cota). Lo sorprendente de este hecho es que el legajo de escrituras que llevaba quedó intacto, y sólo se quemó una parte del portafolio.
Cuatro días después de la tragedia, los restos de Nader llegaron a la Ciudad de México. Fue velado en el domicilio de un famoso psiquiatra de apellido Roquet. Las indicaciones para los familiares es que no abrieran el ataúd y así lo hicieron, bajo la sospecha de que adentro no había nada, de cualquier manera se hizo la ceremonia.
¿QUIÉN FUE CARLOS LUIS NADER MÁRQUEZ?
Carlos Luis Nader Márquez fue el segundo hijo del matrimonio conformado por Mercedes Márquez Vázquez, originaria de Autlán de la Grana, estado de Jalisco, y el señor Jalil Nader Yunes (Julián en español) oriundo de Chartún, Líbano.
Carlos nació en el Distrito Federal en 1926 y tuvo un hermano mayor de nombre Mario que era escasamente dos años más grande que él, además de Rubén, otro hijo de su padre, de su primer matrimonio.
Lo poco común del apellido obedece precisamente a su ascendencia árabe. La palabra es grave y lleva el acento tónico en la “A”, suena como “Náder”, y aunque termina en consonante no lleva acento escrito porque se respeta la versión original del vocablo.
De acuerdo con la media filiación hecha por su sobrina Ida Nader, Carlos Nader medía aproximadamente 1.75 de estatura, moreno claro, ojos oscuros y cabello negro.
Apasionado de la natación, Carlos se enamoró de las playas y el mar de Cancún y siempre hablaba de los beneficios del proyecto turístico del que hablaba con su hermano Mario, palabras más, palabras menos, así lo recuerda su sobrina Ida Nader:
Mario no sabes lo maravilloso que va a ser este desarrollo, le va a dar muchísimo trabajo a los mexicanos… Es uno de los lugares más bellos del mundo… Tú no te lo puedes imaginar hasta que lo conozcas…y vas a ver cómo se va a beneficiar mucha gente. Va a traer dinero a México.
Carlos Nader estudió leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la cual, posteriormente fue catedrático. Fue miembro de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido pero definitivamente su ingreso al Banco de México le marcó un antes y un después.
Estuvo comisionado por algún tiempo como asesor jurídico del Fondo para la Vivienda (Fovi) y más adelante, cuando en mayo de 1969 nace Infratur , se incorporó a los trabajos de los proyectos de Cancún y Zihuatanejo. Fue entonces cuando tuvo que combinar su vida entre la Ciudad de México y los nuevos desarrollos. Vuelos y más vuelos, el final ya lo sabemos.
Su hermano Mario murió en 2003, su esposa Enriqueta falleció entre 2006 y 2007. Sus restos quedaron – simbólicamente– enterrados en el Panteón Jardín del Distrito Federal, junto con sus padres Mercedes y Julián. A escasos metros de la tumba de otro personaje que también perdió la vida en un avión: Pedro Infante.